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M I S S O U R I

 

 

 

 

 

 

The Missouri Breaks es una película estadounidense de 1976 dirigida por Arthur Penn y protagonizada por Marlon Brando y Jack Nicholson. El guión fue escrito por Thomas McGuane y la música compuesta por John Williams. El título de la película se refiere a un área triste y muy accidentada del centro-norte de Montana, donde durante años, el río Missouri ha hecho innumerables cortes profundos en la tierra. Si bien no es una película que nos va a dejar ningún mensaje para la posteridad, cumple a la perfección con la expectativa de cualquier espectador de westerns. La recreación de época es muy buena, la historia entretenida, diálogos lo suficientemente inteligentes y las actuaciones superiores. De los personajes que la integran, son todos desalmados inescrupulosos, pero aún así, es inevitable no simpatizar con un par de ellos. Película que tiene una actuación extraordinaria de Brando y el contrapunto medido de Nicholson. El que nunca es medido es Brando quien ejercita todos sus recursos, como este gran actor fué capaz de componer El Padrino o el Río de One-Eyed Jacks que también dirigió. Aquí Penn lo deja componer libremente y sale ese personaje extravagante, con su rifle de alta potencia y su mira telescópica primitiva, sus raros vestidos y su sadismo. Algunos dirán que Brando es siempre Brando, puede ser, lo acepto, pero igual hay que actuar como lo hace. Tour de force actoral donde ambos se potencian y son apoyados por un buen reparto. El tema es uno muy viejo en el oeste, el enfrentamiento entre los poderosos y los que no lo son, el sicario y la venganza que esta vez permite al espectador salir del cine reconfortado. El duelo interpretativo que se presenta antes de empezar la película es suficiente atractivo para meterse sin pensarlo, aunque tengamos que esperar un buen rato para ver a Brando. Vale la pena por la notable presentación de esos cuatreros, el barbudo Nicholson a la cabeza, y sobre todo por la llegada de la otra parte de la pareja, un Marlon Brando histriónico, violento y en definitiva inclasificable cazador de recompensas. Son dos horas de ritmo constante, con muchas cuestiones que destacar que discurren paralelas a la trama, brillantes secundarios que nutren el largometraje y que elevan su calidad. Discrepo de las valoraciones críticas de este western, son los años setenta y las cosas ya no son lo que eran, los personajes protagonistas se alejan de lo que estamos acostumbrados y no hay ni buenos ni malos. ¿Alguien puede asegurar quién es mejor o peor?; Brando usa sus métodos y se convierte en protagonista, porque enfrentarse con Nicholson es difícil... ¿Por qué tiene que ser el cuatrero el bueno? Creo que los límites no están definidos y es algo que beneficia a la película. El ranchero parecerá malo porque toma decisiones respecto al uso de la ley muy especiales, pero en el fondo, no creo que lo sea.

 

 

 

Arthur Penn tendrá mejores y peores películas, son los setenta y hubo de todo: "Missouri" es notable y me quedo corto, una historia bien contada, con una crueldad espantosa, violencia cruda, y dos actores que brillan en sus grandes momentos.... De verdad, para no perdérsela. Tercer western de Arthur Penn... El guión es original de Thomas McGuane y de Robert Towne. Se rueda en escenarios reales de Montana y en los estudios. Producido por Elliott Kastner y Robert M. Sherman para Devon/Persky Bright, y su estreno fué el 19-V-1976. La acción tiene lugar en la pequeña localidad de Absaroka (Montana) y alrededores, a lo largo de varios meses de un año de la década de 1880-89. El poderoso terrateniente David Braxton (McLiam), cansado de que los cuatreros le roben los caballos que cría en su rancho, decide contratar los servicios de protección de Robert Lee Clayton (Brando), un asesino a sueldo profesional con fama de eficaz. El jefe de los cuatreros es Tom Logan (Nicholson), que adquiere un rancho que linda con el de Braxton. Clayton es sádico, implacable y muy violento. Se perfuma, viste como un dandy del Oeste y en ocasiones usa prendas de mujer. Es lunático, psicópata y canta canciones de amor a su caballo. Logan, jefe de una banda de ladrones y atracadores, es inteligente, tiene cualidades de líder, se hace respetar y es enamoradizo. Braxton es un hombre hecho a sí mismo, que ha reunido un patrimonio importante gracias a su esfuerzo y constancia. La mujer le dejó y no se lleva bien con la hija. El film suma drama, crimen y western. Uno de sus atractivos principales radica en el duelo interpretativo de dos de los actores, aunque las valoraciones son diversas y en ocasiones contradictorias, las dos interpretaciones son tenidas en general por convincentes, si bien en opinión de algunos la de Brando supera a la de Nicholson. La historia que desarrolla el relato se basa en el enfrentamiento de dos personajes fuertes, hecho que refuerza el sentido y la intensidad del duelo de actores y del drama. Ésta es la única vez que trabajan juntos Brando y Nicholson, algunos críticos vieron ráfagas de homosexualidad en el comportamiento de ambos. El film presenta un western singular y atípico, que carece de referencias épicas y conductas heroicas. Los valores románticos propios del género también se han eliminado: la nobleza, la generosidad, la aureola idealizada del héroe, etc. No se distingue con claridad entre el bien y el mal. Abundan las ambigüedades, que impregnan toda la película y le confieren un cierto aire de modernidad. Se invierte la relación habitual entre ladrones y propietarios. Éstos se presentan como los culpables últimos de las acciones de los primeros. Sin extenderse más de lo que permite el tiempo que apremia, se apunta que la miseria, marginación y desesperación de los forajidos responden a los abusos, excesos, codicia y ambiciones egoístas de los poderosos y a las conductas desconsideradas y a veces injustas de los servidores de sus intereses.

 

 

 

Dentro de la obra tienen gran peso las acciones violentas, que se caracterizan por su crudeza y frialdad. Se incluyen lances de una brutalidad difícil de imaginar. Para el realizador la violencia es una manifestación del salvajismo, primitivismo e irracionalidad que anidan en el fondo oscuro del ser humano. Se contempla el sexo con mirada liberada de viejos prejuicios, (sexo a caballo, de pie, muerte nuestras se practica sexo...). El film refleja algunas de las principales inquietudes del país en el momento de la producción. En este sentido cabe indicar que refleja la desilusión general, el desencanto de los jóvenes, la amargura y el rubor de muchos por una guerra vergonzante, la devaluación de los ideales colectivos... Aporta, además, un retrato del país, con especial referencia a la violencia convertida en problema de general preocupación, la proliferación de acciones violentas gratuitas, las relaciones que conectan psicopatías y violencia, las correlaciones que se dan entre violencia y marginación y entre violencia y disfunciones familiares...Tuvo más éxito en Europa que en América. Penn había rodado con anterioridad otros westerns: "El zurdo" y "Pequeño gran hombre" .La música, de John Williams, ofrece una partitura de 16 cortes, de tonos folk, con un tema principal predominante. Añade pasajes dramáticos y de acompañamiento de la acción. La interpretación corre a cargo de una orquesta pequeña (armónica, cuerdas, flauta y acordeón). La fotografía, de Michael C. Butler, en color, muestra la magnificencia de las llanuras de las “badlands” de Montana y la fuerza de las aguas del río Missouri, que separa el llano de la montaña. Abundan las espacios de luz escasa, que acogen acciones violentas y dramáticas. Arthur Penn es un buen director que nunca decepciona, no filmó ninguna obra maestra pero dejó títulos para el recuerdo y otras películas menos grandiosas pero realmente buenas como "La Noche se mueve" o esta "Missouri". Se nos narra la historia de un grupo de cuatreros que buscan comprar un rancho para poder esconder caballos robados. Intentan establecerse en las tierras de un terrateniente que contratará los servicios de un protector para deshacerse de ellos...¿Existe diferencia con lo que hacen en nuestro siglo?..

 

 

Con un buen guión y un gran pulso narrativo, el director nos brinda un western entretenido y bien hecho servido con una gran factura y condimentado con la buena actuación de dos grandes actores como son Jack Nicholson y Marlon brando y un gran ramillete de secundarios que no desmerecen la interpretación de los actores principales. Irreverente, revisionista, espontánea y sarcástica, son algunos de los calificativos que podrían aplicarse a este tercer western de Arthur Penn, hecho que, para algunos, entre ellos nosotros, resultó novedoso y positivo -con el perdón de los respetables detractores-, por el simple hecho de no sumarse a los pulcros, pero falsos cánones, previamente validados por la gran industria hollywoodense. ¿Quién es el bueno? ¿Quién es el malo? ¿Qué clase de ‘regulator’ (pistolero profesional) es el tal Robert E. Lee Clayton? ¿Habían visto algo así antes? ¿Tenía lugar en el oeste un tipo que es capaz de vestirse de abuelita si lo siente necesario? ¿No será cierto, como se muestra aquí, que, el oeste, en general, es ambiguo?. Surgen, con esta historia, las necesarias preguntas: ¿Qué tan lejos de estos hechos están ciertos pueblos y ciudades de hoy día? ¿Será que, tras casi dos siglos desde entonces, todavía seguimos viendo pequeños y grandes, salvajes, en el crepúsculo del oeste?. Dándose una amplia licencia para la improvisación y adecuación de su carácter, Marlon Brando resulta provocador y absolutamente irreverente, con ese pleno desparpajo de su personaje, al que se ha dado el lujo de representar. No por nada, con media hora menos en escena, no tarda en robarse la película desde el mismo momento en que hace su desenfadada aparición. Por su parte, Jack Nicholson es su claro antípoda, haciendo de malo con corazón y demostrando, una vez más que, comúnmente, la esencial diferencia entre el hombre llamado a hacer justicia y el llamado bandolero es la posición desde la que aprietan el gatillo… o lanzan el cuchillo. Interesante Kathleen Lloyd, recreando a una chica que descaradamente rompe con el molde y se muestra dispuesta a seguir sus instintos hasta las últimas consecuencias, con lo que, las grandes damas del western que siempre vimos, quedan desdibujadas.

 

 

Penn, pretende romper con la artificiosa integridad que siempre nos vendieron, y se decide a revisar el oeste estadounidense con un firme y decidido propósito: la verdad. Y en lo personal, esto es cosa que siempre se agradece. “MISSOURI” me resultó divertida, iconoclasta, sin complejos, y logra que veamos la historia más cerca de lo que fue, a diferencia de lo que casi siempre nos contaron antes. La puesta en escena es más que satisfactoria; el tema central de la banda sonora me deja con ganas de volver a oírlo; la edición no deja nada que objetar… y las dos horas se pasan volando, pues, siempre es un gusto ver a esos dos grandes de la actuación que, tantas veces, han puesto en alto a nuestro muy apreciado séptimo arte. ¡Ah! Cuando Jane se marcha, pareciera dejar abierta la puerta a un posible reencuentro con Tom Logan, pero, por lo que pude apreciar del carácter de la muchacha, quedé con la sensación de que, esa puerta, nunca se abrirá. Penn nos ofrece un western psicológico, en donde un grupo de cuatreros, dirigidos por Nicholson, se establecen en un rancho que usan como tapadera para cometer sus delitos. Ante la desaparición del ganado un propietario del pueblo contrata a un asesino a sueldo o un "protector" (Brando) para que no solo averigüe quien está detrás de los robos sino que acabe con ellos. A partir de aquí se conforma un entramado psicológico por descubrir a los culpables. Extraño western rodado en una época en la que el género no estaba de moda. La película tiene un argumento similar al de otros films que han tratado el tema, como La puerta del cielo o Tom Horn. Aunque sea una obra irregular, la presencia en el reparto de dos superestrellas es suficiente para salvarla. El primero un estrafalario caza-recompensas de apetito voraz que suele darse baños con espuma y perfumarse abundantemente, pero muy ducho en el manejo del rifle. Mientras que Nicholson es el jefe de la banda de forajidos que para complicar más las cosas enamorará a la promiscua hija del hacendado.

 

 

 

La película tiene ribetes de comedia sobre todo en el personaje interpretado por Brando. O la escena en la que Nicholson y Quaid asaltan un tren. Está filmada con mucha ironía por el gran Arthur Penn que durante dos horas logra contar una historia que en su momento no interesó pero que conviene revisar y fijarse en sus mordaces diálogos, y disfrutar de la curiosa banda sonora de John Williams. La película también destaca por sus excelentes secundarios y los bellos parajes en donde está filmada. Lo que menos me agradó fue el romance que mantienen Nicholson y la hija del terrateniente porque hace que la película se prolongue innecesariamente. La situación dramática que se produce cuando Nicholson tiene que enfrentarse con el miserable ganadero no funciona y la historia se hace aburrida. Me resultó curiosa la imagen que se da de las mujeres en la película, quedan retratadas como unas cachondas con ganas de tirarse al primer forastero con el que se topen. Probablemente fruto del comportamiento de los terratenientes que son mostrados como gente avara y cruel, mientras que los cuatreros resultan estúpidos y simpáticos a la vez. "Missouri", cuyo título español induce a engaño, pues ese nombre alude al Río Missouri a su paso por el estado de Montana, no al estado de Missouri, es otra de las varias películas irregulares de Arthur Penn, como la "La noche se mueve"."Missouri" aprovecha la corriente desmitificadora del "western" -como antes "Pequeño gran hombre", dirigida también por Penn- para crear una historia en la que los cuatreros son los "buenos" y los cazadores de recompensas son los "malos", seguramente porque detrás de estos están los poderosos ganaderos. Desde luego, el personaje de Marlon Brando, un caza-recompensas muy peculiar, que se disfraza de abuela si hace falta y que acaba con sus presas de forma mecánica y brutal, como quien mata a un pájaro, es odioso, o al menos más que el personaje de Jack Nicholson. Brando da a su papel un extraño tono cómico, que contrasta con la violencia del texto. Eso se ve en la escena de la bañera...¿puede verse en esta escena un componente homosexual?... en la que Brando, desnudo, desafía claramente a Jack Nicholson y éste, enfadado, aturdido y titubeante, dispara a la bañera.

 

 

Sin duda la pareja protagonista es muy llamativa, y el reparto está lleno de buenos actores secundarios, el guión oscila entre la denuncia de los excesos de la justicia representada por los linchamientos y los asesinos contratados por los poderosos, una violencia muy seca, con situaciones atípicas e irónicas, como las que se producen entre los personajes de Kathleen Lloyd  y Jack Nicholson. Es un film que trata de innovar y sorprender, el film se sitúa en una época del "western" norteamericano en la que los héroes han dejado paso a los antihéroes. Al final el ranchero David Braxton (John McLiam) muere; es curioso, porque en unas cuantas películas de Penn el padre, o la figura paterna, muere o desaparece. El final alimenta la impresión de que la película es buena, cuando su visionado resulta más ameno de lo que en un principio pueda parecer, viendo el elenco, la duración y el resultado, es un film de culto con un Brando insólito, creíble y ambiguo, destaca porque en mi opinión hace una caracterización muy lograda... Disfruté viéndolo actuar.

 

 

A priori es un film prometedor, suficientes alicientes para hacerlo atractivo, un realizador Arthur Penn en el zenit de su carrera, un relato revisionista sobre el western (de moda lo iconoclasta del género en esta década contestaría), y sobre todo un alentador duelo interpretativo entre dos titanes de la escena, pero lo que discurre es un metraje que es lánguido, lo desequilibrado, el tramo en el que Brando aparece que es otra película en sí, nada que ver con el resto. Marlon no se dejó dirigir, improvisa, sobreactúa, y sobre todo desbarra con un rol inclasificable, un esperpento, parece que veo a Penn de espaldas a las escenas del actor, y rezando para que lo estropeara mucho, su errático y estrafalario papel es el precio que había que pagar por poder ponerlo en los créditos del film. Fue el tercer film del oeste dirigido por Penn (“El zurdo” y “Pequeño gran hombre”), el guión de Thomas McGuane, componiendo un western mil veces visto, donde la ambigüedad moral es predominante, donde no hay buenos o malos, depende del lado que se mire. Pues bien todo esto está narrado de modo letárgico, sin saber a qué tono decantarse, si por la sátira, si por el romanticismo, si por la comedia, si por la acción, si por la denuncia al capitalismo, si por la crítica a que la violencia siempre genera más violencia, todo atropella una y otra vez, donde hacer el mínimo análisis a la trama es encontrarte con más agujeros que los cuerpos de Bonnie y Clyde. El título original de la película hace referencia a una zona abandonada y muy resistente central del norte de Montana , donde el río Missouri ha hecho innumerables cortes..

 

 

 

Es un atípico western que intenta en vano construir el clásico oeste de tipos duros, de héroes incorruptibles, de bellas y desvalidas señoritas que mantienen amores con el apuesto protagonista, con épicos duelos entre antagonistas, aquí no hay mínimo halo de épica romántica, no hay idealismo, solo amoralidad y personajes imperfectos, esto si lo muestra bien Penn. Expone el realizador como la nación creció en base a oligarcas codiciosos que hicieron agrandar sus imperios siendo individualistas y justicieros que ejercían como jueces y verdugos. Pero estas apreciables ideas quedan diluidas en un errático discurrir, donde las costuras mal cosidas son notorias, y con ello un romance entre el forajido protagonista y la hija del ambicioso ejemplo del capitalismo desalmado que es de lo más insulsa y poco inteligente en su devenir torticero y poco creíble, y es que ver a la chica ofreciéndose al primer tipo que pasa por allí, es lo más... Jack Nicholson con un papel lineal, donde el ansiado duelo interpretativo con Brando queda laminado por este último. Pocas veces se ha visto en pantalla una actuación , si se puede llamar así, como la de un Marlon Brando transformista (cumbre de lo fachoso y verlo ataviado con un vestido de pionera fronteriza cuando se dispone a matar a un cuatrero), vestido de modo bufo, con esos trajes de disfraces del oeste, con ese pañuelo fular tan de su gusto, y es que cuando lo lleva en una película (“El rostro impenetrable”, “Queimada” ) sabes que se dirige a sí mismo, una encarnación revestida de afeminado, zenit de esto es la escena con Nicholson con él metido en una bañera de espuma que termina por darle la espalda (y lo que todos entendemos, es que le ofrece lo que hay donde termina esta), una clara referencia a la homosexualidad latente que respira Brando. John McLiam cumple en un rol que hubiera dado más de sí, aunque con un final bastante penoso. La puesta en escena es mucho mejor que el relato, con un esmerado diseño de producción de Albert Brenner, filmando en Montana-USA (Red Lodge, Virginia City, Billings, Bovey Restorations), en hermosos parajes, bellas llanuras con el impresionante río Missouri en el centro, esto enaltecido por la fotografía de Michael C. Butler, realzando con esplendor los vastos “badlands” de Montana cortado, sabiendo potenciar el lado salvaje del río Missouri, maravilloso el tramo inicial con tres jinetes cruzando las llanuras de modo tranquilo.

 

 

Momentos recordables hay dos que me sacan de la zozobra: Su hermoso y cautivador arranque con tres jinetes que avanzan a lo lejos serenamente por una infinita llanura, acercándose a la cámara mientras uno de ellos diserta sobre la primera vez que vio esas tierras, y luego hablando de sus enemigos los cuatreros, hasta llegar a una pequeña población donde espera un grupo de personas en tono festivo, entonces nos damos cuenta que el tipo que iba en medio de los tres era un cuatrero que llevaban a ahorcar. Rn conjunto hacen un producto que desmitifica. Llamativo, pausado, intrigante, salvaje y peculiar western crepuscular, que consigue despertar el interés desde un primer instante, desarrollando .la historia de antiguos ladrones, que intentan camuflar los rastros de sus delitos, comprando un rancho en Missouri. Arthur Penn, apuesta por una incursión en un relato de intereses e intrigas personales con notables dosis de suspense, emoción y violencia. Cuenta con un tratamiento serio y estilizado de la imagen, con el que el director, logra desarrollar una trama atractiva y emocionante. La selección del reparto está a la altura del relato y cada uno de los diferentes personajes, presenta claros aspectos definitorios, que hacen comprender e intuir el desarrollo de algunas situaciones. La presencia y experimentada labor interpretativa de: Brando y Jack Nicholson, hace que la película tenga un efecto magnético, conquistando la atención del público por completo.

 

Entre los puntos positivos a destacar, merecen una mención especial: la fotografía de Michael C. Butler y la banda sonora de John Williams.

 

Missouri, queda como un  western crepuscular de intrigas familiares, en el que quedan plasmados los conceptos del honor, amor, sexo y sed de venganza.

 

 Un film que forma ya parte en nuestra mente de cinéfilos y mitómanos.

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